Hay estudios que constatan una menor calidad de vida de personas con acné o post acné, así como cuadros de ansiedad y depresión de las personas que padecen esta dolencia de la que cada vez conocemos más sus causas y cómo podemos combatirlo.
Piel mixta, con acné, con puntos negros… La adolescencia y la juventud de muchas personas se ve marcada por la aparición del acné, una dolencia que va mucho más allá de la apariencia física y que puede dejar tanto secuelas físicas como emocionales.
Hoy en Essabó te vamos a dar unas pautas para ayudar a tu piel a deshacerse de ese incómodo visitante.
1.- Lo primero es tener unos hábitos de cuidado adecuados y no tocar los puntos negros ni los comedones ¡y mucho menos extraerlos! si no es en un centro especializado y con las condiciones óptimas de desinfección, ya que el acné común está causado por una bacteria de este nombre que coloniza en nuestra piel y que conviene mantener a raya.
2.- Vigila lo que comes. La relación entre la macrobiota intestinal y la piel no ha hecho más que empezar a intuirse, pero parece ser que determinados alimentos como la leche y el azúcar no son demasiado buenos para el acné. Por el contrario el chocolate, que ha sido señalado durante décadas como el causante del acné, podría serlo más por el contenido de azúcar y leche que por el cacao en sí, potente antioxidante.
De hecho, se sabe que las personas que padecen acné tienen una microbiota intestinal diferente a las personas que no sufren esta dolencia dermatológica, lo que soporta la tesis cada vez más extendida de que la piel no es un órgano independiente que nos envuelve, sino un auténtico comunicador de lo que sucede en nuestro interior.
Por eso si quieres mantener el acné a raya procura introducir en tu dieta probióticos: chucrut, kéfir, fermentados y encurtidos, además de ingredientes con acción anti inflamatoria, como el té verde o la cúrcuma (entre otros muchos), dejando a un lado el café, el tabaco, los refrescos y el alcohol.
3.- No agredas tu piel. El llamado efecto rebote es una realidad. La capa externa de nuestra piel compuesta, principalmente, por sudor (agua) y sebo (lípidos), que actúa de barrera frente a patógenos y los rayos UV, mantiene el Ph de la piel y evita la pérdida de agua. El uso de geles formulados con sulfatos como el Sodium Laureth Sulfate o el Sodium Lauryl Sulfate, los más comunes incluso en los productos de bebé, disuelven nuestro sebo natural desequilibrando la piel y alterándola.
Cuando esto ocurre, nuestra piel se afana por reponer los lípidos perdidos porque es vital para nuestra supervivencia, de forma que empieza a producir más grasa, al tiempo que se ve cuarteada y reseca.
Junto con los surfactantes hay toda una serie de ingredientes que ayudan a que tu piel se vea desprovista de su defensa, como las parafinas líquidas y otros derivados petrolíferos (eso por no hablar de lo mucho que contaminan sus procesos de fabricación), además de los PEG (que además están creados mediante un proceso en el que interviene un ingrediente tóxicos prohibido en la Unión Europea por ser probado cancerígeno, el óxido de etileno), y una larga lista de ingredientes que debes alejar de tu piel cuanto antes.
4.- Limpia tu piel con delicadeza. El jabón Essabó piel grasa elimina con cuidado el exceso de sebo de las pieles mixtas y grasas. Con este jabón específico para tu tipo de piel no solo estarás cuidando la piel, sino que estarás ayudando a esta a estar sana, ya que además de la astringente arcilla verde, contiene aceite esencial de canela, uno de los aceites esenciales con mayor poder bactericida.
El Ph ligeramente alcalino de nuestros jabones se compensa con un sobre engrasado que ayuda a tu piel a recuperar ese Ph de forma inmediata. Si, además, añades unas gotas de vinagre de manzana al enjuagado ayudarás a tu piel a estar sana y limpia de acné.
Con estos pequeños consejos tu piel estará cada vez más bonita y sana. Porque en Essabó trabajamos para ello.
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