La piel seca es una de las más delicadas de todas. En apariencia puede ser la más bella, ya que no brilla y suele ser muy fina y traslúcida. Sin embargo, son unas pieles que debido a su finura requieren un cuidado meticuloso, ya que se cuartean con más propensión y en ellas se nota más las líneas de expresión.
Es usual confundir la piel seca con una piel deshidratada, pero no tienen nada que ver. Mientras que la piel seca tiene un déficit de sebo de forma natural, la piel deshidratada tiene un déficit de agua y aunque ambas pueden tener el mismo aspecto, las necesidades son bien diferentes, si bien es cierto que una piel seca no tratada a tiempo tiende a deshidratarse y presentar un aspecto áspero y cuarteado.
Hoy en el blog de Essabó vamos a hablarte del cuidado de las pieles secas.
Como os hemos comentado anteriormente, la piel está cubierta por una fina capa que se llama manto hidrolipídico, y que consta de agua y sebo. Las pieles secas tienen una escasa producción de sebo, por lo que estas pieles necesitan reponer los lípidos con frecuencia.
El mejor aliado de estas pieles es un aceite y, dependiendo de la edad, precisarán uno u otro.
Por ejemplo, para las pieles secas y maduras, los aceites de pepita de uva, de semilla de granada, de rosa mosqueta o de argán son los más indicados, aunque la ventaja de las pieles secas es que aceptan cualquier aceite. Si necesitan un aceite muy rico, el de camelia, aguacate u onagra son perfectos, así como las mezclas que contengan aceite de germen de trigo.
Los aceites, además de nutrir la piel, contienen antioxidantes y ácidos grasos esenciales que la piel necesita para construir las paredes celulares. Sin un aporte de grasa óptimo la piel no podrá regenerarse adecuadamente.
En este sentido cabe resaltar el papel de la vitamina E contenida en el aceite de argán y de girasol para tratar las pieles maduras tras la menopausia.
Si la piel, además de seca está deshidratada, lo ideal es poner dos gotas de aceite y una de agua y emulsionar en el rostro. De esta forma el agua permitirá que el aceite penetre fácilmente en la piel y no se quede el efecto ‘maceta seca’, que hace que las pieles deshidratadas escupan los lípidos que tanto necesitan, como cuando te has pasado mucho tiempo sin regar una planta que no es capaz de retener la humedad.
Por lo que respecta a la limpieza, os proponemos una limpieza delicada con nuestro jabón Sahara, una delicia elaborada con argán y manteca de karité, con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, para nutrir las pieles secas. Una limpieza eficaz y respetuosa con la piel.
Si tu piel es extra seca, te recomendamos una limpieza con aceite. Para ello necesitarás un aceite ecológico de primera presión en frío. Para nosotros el idóneo es el albaricoque, porque es rico y muy suave. Pon una cantidad de aceite equivalente a media cucharadita de café en el rostro y masajéalo.
Con este masaje el maquillaje y los tóxicos se irán disolviendo. Después, y sin enjuagar el rostro, humedece tus manos y toma el jabón Sahara entre ellas. Haz un poco de espuma y limpia el rostro con él.
El jabón disolverá la suciedad y se llevará el exceso de aceite sin resecar la piel. Enjuaga tu piel con agua templada y termina con un tónico de rosas.
Después aplica un sérum en aceite o tu crema habitual. Si te gusta la sensación de los aceites en la piel pero no te gusta que den brillo a tu rostro, después de aplicar el tónico con un spray pon un par de gotas de aceite antes de que se absorba por completo el tónico. Emulsiona y disfruta de todas las ventajas de los aceites pero sin el peso de estos.